CARTA ANTE LA CAMPAÑA DEL MINISTERIO DE SALUD CONTRA LAS TERAPIAS ALTERNATIVAS
Hoy me cuesta no caer en el desánimo. Esta semana he podido constatar el grado de desorientación, pero sobre todo la mala intención que desde los políticos y los medios de comunicación se está dirigiendo hacia las prácticas de bienestar natural y crecimiento personal. Hasta hace poco, las denominaban Terapias Naturales o Alternativas, lo cual me parece un apelativo muy adecuado, ya que efectivamente se ofrecen como una alternativa al sistema sanitario convencional. Ahora lo llaman pseudo ciencias, supongo que intentando desprestigiarlas. Personalmente creo que el nombre de pseudo ciencias es adecuado también. Como profesional y consumidor de las Terapias Alternativas no tengo ninguna objeción. Es correcto llamarlo pseudo ciencia ya que muchos de sus aspectos, no responden al método científico al uso.
Soy licenciado en Ciencias Químicas y trabajé en el sector industrial. Aunque actualmente no me dedique a ello, conozco el método científico, tanto sus increíbles bondades, como sus limitaciones. No quiero hacer demagogia ni perder el tiempo escribiendo perogrulladas, solamente invito a reflexionar sobre lo que siempre ha movido al método científico, la curiosidad y la necesidad. Y también sobre cuál ha sido su mayor limitación: nuestra capacidad de comprensión de la realidad y su dominio a través de la matemática para poder hacerlo reproducible y controlable.
Albert Einstein a principios de s.XX derrocó la mecánica clásica de Newton que había sido indiscutida hasta la fecha, como la cuántica será superada en el futuro. Es simplemente un progreso en función de la capacidad de comprensión y demostración de los sucesos. De capacidad de visión de la realidad. Creo que uno de los rasgos más nobles que puede desarrollar un científico es la humildad para admitir que dentro de la grandeza de su logro todavía existe un abismo insondable por delante.
La realidad se basa en hechos. Cuando hablo con amigos profesionales de la salud, todos llegan a la conclusión de que la salud es algo complejo y el método científico aplicado al entorno sanitario no da soluciones a todos los problemas con los que se enfrentan con valentía día a día. Lo digo porque algunos piensan que los que consumimos Terapias Alternativas somos una especie de analfabetos o andamos en cavernas, y mucho más lejos de la realidad, algunos incluso pertenecen al propio sistema sanitario. La medicina no es tan reproducible como la física o la química. Esto creo que nadie se lo ha explicado a los políticos y periodistas, que ya sigo sin poder dar una explicación que no sea negativa a la campaña que están realizando. El comportamiento de los complejos equilibrios bioquímicos que comprenden la salud del ser humano aún no se controlan en profundidad, y parece que cuánto más se sabe, más queda aún por conocer. Esto debería despertar nuestra curiosidad hacia lo desconocido, en vez de nuestra soberbia frente a lo que ya sabemos. Porque el hecho es, que un número lo suficientemente significativo de personas sí obtiene mejoras con los métodos alternativos para determinadas afecciones y situaciones. Estudios de Universidades como Harvard investigan y ya tienen conclusiones sobre el impacto de la meditación en las emociones y en la salud, por hablar de una práctica que han incluido en las pseudo ciencias. Y así podríamos incluir otras muchas. Aquellos que esgrimen el método científico como justificación para la validación de lo que podría afectar a nuestra salud, deberían conocer todos los datos y hacer un ejercicio de humildad y reconocimiento de las limitaciones en algunos ámbitos, especialmente para poder concentrar su energía en lo que realmente debería importarles, abrir la mente y comprender, no juzgar y entorpecer.
Pasando del método científico al de los derecho de los ciudadanos, el hecho es que un número muy significativo de personas pedimos libertad de pensamiento, de creencia y de acción respecto a la gestión de nuestra salud. Especialmente en algunos aspectos. Por ejemplo, si tengo un accidente de tráfico, como ha sido el caso hace un par de años, mi elección personal fue ir a un hospital, y lo hice con fe ciega en el sistema sanitario como un todo. Sin embargo, ante otros procesos más relacionados con mis hábitos diarios, como pueden ser los procesos alérgicos que a veces sufro, me gustaría poder tener la libertad de elegir sin coacción entre diferentes opciones alternativas.
Es evidente que nadie me obliga a elegir las Terapias Alternativas, sino que es una decisión libre y reflexionada que ejerzo como ciudadano mayor de edad en plenas facultades y derechos. Nadie me pone una pistola en el pecho para hacer yoga, ni utilizar la homeopatía, la fitoterapia o los masajes no realizados por un fisio.
Lo siento, pero me resultan mezquinas las muestras que se están dando en los medios de comunicación, como el video que ha salido esta semana. No entiendo bien a quién está dirigido. Desde luego, a mí no me influye en mi opinión ya que lo único que observo es una profunda desinformación por su parte y una intención manipuladora siniestra. He preguntado a diferentes personas con puntos de vista similares a los míos y me han manifestado lo mismo. Entonces, me lleva a pensar que están haciendo una campaña para enaltecer a los que piensan diferente a los que utilizamos y creemos en las Terapias Alternativas. Eso creo que se denomina discriminación y acoso.
Por favor, cómo podemos ser siempre tan obtusos yendo en dirección contraria de las normativas Europeas de regulación de las Terapias Naturales como las desarrolladas por Alemania. (Menos mal que por encima de nuestros políticos están los europeos, bendita CE que nos obligará a dar la vuelta con un tirón de orejas, sino al tiempo). No tiene sentido ir en contra de los países de vanguardia como EEUU. Ni del latir popular de una parte de los españoles que entiende la salud bajo diferentes perspectivas sabiendo que necesitamos buscar fortaleza vital de manera natural. Que antes de caer enfermo hay muchas formas de prevenir y tonificar nuestro sistema inmunitario que no pasan por el uso de medicamentos. Que en parte, esta fortificación pasa por la integración del ejercicio físico equilibrado armonizado con la respiración y el pensamiento positivo. Así como la alimentación sin químicos rica en principios nutricionales naturales. También por el uso de plantas medicinales, que se han utilizado en todas las culturas y tiempos con éxito indiscutible y en el que, por cierto, se ha basado la farmacología moderna. Y cómo no, los variados sistemas de creencias para dar sosiego y paz a este devenir humano, llamado existencia. ¿Acaso no tiene valor aquello que pueda protegerme del terrible dolor ante la pérdida de un ser querido? ¿No tiene valor aquello que pueda aliviarme del miedo que nos atenaza ante las únicas y verdaderas certezas de nuestra vida: la enfermedad, la vejez y la muerte? ¿Acaso tenéis vosotros, paladines de la “ciencia de la salud” verdades absolutas frente a estas preguntas universales?¿Tenéis valor e integridad moral para erigiros sobre lo que es bueno o no lo es, para vivir frente a estos misterios?
El ser humano no es un motor, ni un teléfono móvil, como parece que quieren hacernos entender. Su funcionamiento no se basa en cambiarle piezas o tarjetas. Tampoco viene con manual de instrucciones. Desde aquí, pediría un poco de respeto, por favor, para las soluciones y elecciones que cada uno elija respecto a su manera de relacionarse y entender su salud. Salud física, mental y emocional. Especialmente aquellas prácticas elegidas libremente y que a cada uno le funcione, ya que tienen, independientemente de si pueden ser o no demostradas por el método científico, un valor incalculable. Estamos hablando de la libertad de vivir, de ser y de sentir nuestra vida. Algo para lo que nadie ha dado respuesta científica todavía. Ni creo que pueda darse nunca.
Pedro Arce
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