Asanas: el saludo al sol o la reverencia a la vida

El saludo al sol no es sólo un ejercicio de calentamiento que ayuda a nuestro cuerpo a conectar con el movimiento. El saludo al sol o Surya Namaskar nos conecta con algo más profundo como es la intención que le ponemos al día. La gratitud de estar presentes, de vivir y estar en el lugar en el que debemos estar, en el momento en el que debemos hacerlo. La grandeza de la vida recogida en la salida del sol.

El sol un astro que nos habla de la luz, el contraste de la vida, la dualidad. El trabajo espiritual que supone cada día de nuestra vida crecer y despojarnos del sufrimiento que nos produce el ego. Saber que, después de la oscuridad, del silencio, viene el hálito de vida, el espíritu dorado de la existencia, detrás del cual se esconde el aprendizaje de la luz, el aprendizaje de estar vivos.

Esta asana es una reverencia a la vida, a lo que somos, al regalo que supone cada día aprender y crecer, sabiendo que tras el dolor hay crecimiento, que tras el miedo hay fe, que hay confianza en un poder más grande que nosotros, en una luz más potente que nuestro miedo, la luz del crecimiento espiritual, del agradecimiento.

El saludo al sol nos transporta al amanecer y al atardecer, a la luz y al ocaso, a la continua dualidad de la vida, a nuestro trascurrir por ella, como un elemento más de luz, que surge y resurge cada día al lugar que ocupamos en el universo, desde la humildad y pequeñez, pero al mismo tiempo desde la grandeza de ser, estar, respirar y construir junto a otras conciencias.

Cada asana es una reverencia a la vida y el saludo al sol es una reverencia a la luz,
al esplendor, a la construcción continua de uno mismo.

 

 

Escrito por Equipo AIYA


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